24 Feb, 21 / post / Blog

Adaptabilidad y flexibilidad en la empresa

Según la teoría de la evolución, las especies que han prosperado a lo largo de miles o millones de años, superando la extinción, no han sido los más fuertes ni los más inteligentes, sino aquellas que se han sabido adaptar mejor a las condiciones y circunstancias a las que han debido enfrentarse. Esta idea, en cierto modo, podría aplicarse a la tecnología moderna, cuyo éxito no sólo radica en ser la más avanzada o mejor, sino también la que mejor se adapta a las necesidades de los clientes.

Echando la vista atrás, en las últimas décadas hay decenas de ejemplos de tecnologías excelentes que han sucumbido ante otras, quizá no tan buenas, pero que se adaptaban mejor a lo que sus usuarios demandaban. Formatos de vídeo, sistemas operativos, entornos gráficos, ordenadores,  televisores, teléfonos móviles… y un largo etcétera de ejemplos nos dicen que la flexibilidad y la adaptabilidad es clave para triunfar, siempre y cuando partamos de altos estándares de calidad. 

Cuando hablamos de soluciones de gestión de crédito y cobros, existen dos formas de adaptarse a las necesidades del cliente: la primera consiste en escuchar e implementar en el diseño del producto todo aquello que conocemos que el cliente necesita. La segunda consiste en completar las características del sistema con opciones que solucionen problemas particulares de cada cliente.

Un ejemplo de flexibilidad por diseño de producto es Covline. Un grupo de empresas que centraliza su gestión de crédito y cobros en un Centro de Servicios Compartidos (CSC), con una tipología de negocio totalmente heterogénea, donde se hace seguimiento de miles de facturas y de las incidencias que generan.  Y donde el usuario tiene la posibilidad de agregar y desagregar los códigos de cliente para hacer reclamaciones conjuntas (un pagador de un grupo de empresas) o individualizadas (cada obra de una constructora, p.e.). 

Automatización de los procesos

Y como ejemplo de adaptabilidad a las necesidades particulares de cada cliente, sería la posibilidad de crear una serie de reglas automatizadas basadas en decenas de tablas de equivalencia (mantenidas fácilmente por los usuarios), para incluir o excluir de reclamación ciertas partidas. O, que en función de la tipología de cliente, se remitan unas cartas con unos logos (jurídicos, abogados…) u otros (de sociedades del grupo). 

O bien crear un cuadro de mando detallado del riesgo del cliente, conociendo en un solo vistazo los importes en cartera (pagarés, confirmings, cheques…), impagados (recibos devueltos…), facturas vencidas, no vencidas, un scoring personalizado en base a la facturación de sus clientes y un límite de crédito otorgado mediante propuestas automáticas, recomendaciones de agentes externos como Informa, Axesor, Iberinform o forzadas manualmente según lo acordado con el Credit Manager en los comités de seguimiento de deuda y riesgo.

En definitiva, las empresas no solo tienen que tener un sistema de gestión de crédito y cobros, ni conformarse con una buena funcionalidad y la mejor tecnología, sino que además deben exigir que resuelva sus problemas y sobre todo que se adapte a todas sus necesidades. ¡Cualquier otra solución se extinguirá como los dinosarios! En Covline, estamos para ayudarte en todo lo que necesites. 

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